miércoles, 7 de abril de 2010

El experimento Polgar

El experimento Polgar
Publicado el 10 de Junio de 2006

¿El genio nace o se hace?
Laszlo Polgar, un pedagogo húngaro, tenía muy clara su postura: se hace. Y en consecuencia, orientó toda su vida, y la de su familia, a demostrar que es así.
Este pedagogo escribió un libro, “¡Cría un genio!”, en el que exponía su teoría: cualquier niño, con una adecuada educación podría llegar a ser un genio en lo que se le enseñara. Y dejó abierta una puerta a una mujer que estuviera dispuesta a tener hijos con él, para demostrarlo.
Así es como Laszlo Polgar acabó casándose con una ucraniana, que se mostró muy interesada en su método, a la que llevó de vuelta a su país, Hungría. El experimento acababa de comenzar.
Por razones de peso Laszlo decidió aplicar su teoría al juego de ajedrez. Por un lado, era un fuerte aficionado, así que podría hacer él sólo gran parte del trabajo. Por otro, es una de las ocupaciones más baratas que existen: basta con un tablero, unas piezas, algún que otro libro, y tiempo para pensar.
La primera hija que tuvieron, Susan, pronto se convirtió en una figura prominente del mundo del ajedrez. Los padres se centraron en su idea de forma obsesiva; la chica no fue al colegio, su educación se limitó casi exclusivamente al ajedrez y los idiomas, que iba a necesitar en su carrera itinerante por todo el mundo. Con una educación extraña, falta del contacto con otros niños, los Polgar nunca se ganaron las simpatías de la gente.
Sin embargo, los resultados estaban demostrando que el sistema funcionaba. Susan Polgar fue pronto la primera mujer del mundo, según la clasificación de ELO (equivalente a los puntos ATP). Y sólo tenía 15 años. En realidad era la única mujer que podía enfrentarse con los hombres de tú a tú. El historial de sus méritos es muy largo, aunque casi todos sus títulos van precedidos de “la primera”. Por ejemplo, fue la primera mujer en conseguir el título de Gran Maestro de ajedrez por méritos propios. Las anteriores mujeres, aún cuando hubieran podido conseguir el título con su juego, lo consiguieron por haber sido campeonas del mundo.


Mientras tanto, los Polgar habían continuado con su “experimento”. Habían tenido una segunda hija, Sofía, que aún siendo una excelente jugadora con resultados excepcionales comparados con otras mujeres, no alcanzó la maestría de su predecesora.
Para Laszlo Polgar las cosas no estaban yendo tan bien como quería. Pensaba que se podía tocar el cielo. El ajedrez, desde siempre, ha sido un juego en que los hombres son muy superiores a las mujeres. De los 100 mejores jugadores de ajedrez del mundo, 99 son hombres. No puede deberse a una simple coincidencia. Laszlo sabía que con las dos chicas había confirmado sus sospechas: se puede hacer un genio con sólo que tenga una preparación adecuada. Sin embargo, él quería un campeón del mundo. Con un chico, lo podría conseguir.
El tercer embarazo llegó, pero con él, una pequeña decepción: una tercera chica estaba en camino. No habría más intentos. Se haría lo que se pudiera con ella.
Judith demostró un talento formidable desde el principio. Susan podía empezar a temblar. La menor de los Polgar estaba acumulando conocimientos y una fuerza en el ajedrez muy superiores a sus otras hermanas. En realidad eran muy superiores a los que nadie jamás había alcanzado.
Dicen que en la Olimpiada de ajedrez de Tesalónica, estaban diversos maestros congregados, hablando de todo un poco y jugando partidas de ajedrez rápidas. Susan Polgar era el centro de la reunión, aparte de jugar al ajedrez soberbiamente siempre fue una mujer muy atractiva.
En un momento dado, el inglés Short - que sería subcampeón del mundo en 1992 - hablando con Susan le dijo que era muy buena jugando partidas rápidas. Entonces está le sorprendió: Mi hermana Judit sí que es buena.
¿Quién era Judit Polgar? Las otras dos hermanas eran conocidas por todos los profesionales del ajedrez. Pero la hermana más pequeña aún no había dado el salto a las competiciones. Laszlo tenía una forma muy peculiar de educarlas. Primero les enseñaba a mover las piezas. Luego, durante años, iba aumentando los conocimientos, hasta que llegaba un momento en que las hijas eran las mejores del mundo. Aún cuando nunca hubieran jugado fuera de casa. Judit aún no había dado ese salto.
Short estaba intrigado. Él, a la sazón uno de los mejores jugadores del mundo, no podía creer que una niña de 8 años pudiera jugar mejor que un Gran Maestro. Así, se marchó con la pequeña y se pusieron a jugar partidas.
Pasaron muchas horas hasta que Short volvió al grupo de Grandes Maestros, lo cual demostraba que, como poco, Judit era una rival digna para tenerlo entretenido. Las palabras de Short asombraron al resto de Grandes Maestros congregados. Con un gesto de victoria y de rabia, exclamó: ¡He conseguido empatar!
Y es que mientras estuvieron jugando partidas rápidas, el score fue siempre favorable a la pequeña Judit y sólo tras tantas horas de lucha consiguió Short empatar el marcador y aprovechar para retirarse con un poco de honra.
La carrera de Judit, a diferencia de su hermana Susan, no incluí el término “la mejor” en muchas categorías, sino que pasó a ser “el mejor”. El más joven Gran Maestro de la historia, rompiendo el record de Bobby Fischer que estaba vigente desde 1958, consiguiéndolo con apenas 15 años. Pronto entró a ser el mejor jugador de Hungría y pronto ingresó en la élite del ajedrez, siendo la primera y única mujer hasta la fecha que ha conseguido estar en ella. Ha entrado en la exclusiva lista de los 10 mejores jugadores del mundo por puntuación ELO. Ha jugado en infinidad de torneos con los mejores jugadores del mundo (Kasparov, Karpov, Anand, Ivanchuk, Topalov, Kramnik, Shirov) y siempre ha obtenido buenos resultados. Sin embargo, nunca fue campeón del mundo.
Desde siempre, las Polgar evitaron entrar en el cerrado mundo del ajedrez femenino, un mundo de segunda clase. Siempre se esforzaron por pelear al máximo nivel, con los hombres. Susan fue la excepción, ganando el título mundial femenino, casi a disgusto, y con relativa facilidad. En la Olimpiada de ajedrez, el primer equipo que consiguió vencer por delante de Rusia fue el húngaro, con dos de las hermanas Polgar en los primeros tableros. Así, la broma era decir que aquel año el equipo campeón fue Polgaria.
Judit siempre evitó jugar contra mujeres. Así, nunca aspiró al título femenino mundial, título que sin dudarlo habría conseguido sin despeinarse. En las Olimpiadas de ajedrez, participaba en el equipo húngaro masculino.
Aún cuando el experimento de Laszlo Polgar es éticamente muy cuestionable, es indudable que sus tesis quedaron totalmente confirmadas. En contra de lo que pudiera pensarse, las hermanas Polgar fueron personas muy normales, admiradas por todos los que las conocen no sólo por su forma de jugar, sino por su forma de ser, son mujeres equilibradas, inteligentes, divertidas y modernas.

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