martes, 4 de mayo de 2010

Superar la ansiedad infantil, naturalmente

19-11-09
Salud Integral | Un 15% de los niños sufren ansiedad y preocupación, algo que puede convertirse en una traba en su proceso de aprendizaje y para vivir una vida normal. Si a la ansiedad se le añade la timidez y una dosis de decaimiento otoñal, las posibilidades de que el pequeño logre ser feliz se reducen incluso más, ahora y en el futuro. Lo positivo es que si les ponemos atención, con amor y unas sencillas medidas podemos hacer que nuestros chavales disfruten de su día a día. Enseñar a tu hijo un estilo de vida saludable que incluye una dieta equilibrada y deporte es un buen comienzo.

Un padre depresivo y con problemas inevitablemente va a determinar la personalidad de sus hijos, si bien esto se puede compensar con un ambiente de estabilidad y cariño. Por el contrario, la violencia física o mental dañará la autoestima e incrementará la ansiedad y depresión del niño.

Los niños nacen con predisposición a preocuparse. Los monstruos y los terrores nocturnos forman parte de la infancia, al igual que los cambios de humor, que son la expresión externa de sus emociones. Sin embargo, cuando todo esto toma dimensiones desproporcionadas o el niño pierde las ganas de divertirse, entonces podemos poner en práctica una serie de medidas antes de pedir ayuda profesional.

La cafeína debe evitarse cuando hablamos de alimentación infantil y especialmente cuando la ansiedad ha hecho su aparición. Las sustancias excitantes de cualquier tipo, incluidos el chocolate y los refrescos sintéticos no son lo más recomendable si deseamos disfrutar de un niño tranquilo y contento.

Reducir al mínimo el azúcar y proporcionarle suficiente fruta y verdura. Si es ecológica mucho mejor, lo mismo que la leche y la carne cuando proviene de vacas que han madurado saludablemente pastando en una pradera. En numerosos niños es inmediata la relación causa - efecto entre azúcar o comida basura y el comportamiento de sobreexcitación, algo incluso más notorio si hay problemas de ansiedad.

Añadir omega 3 a la dieta del niño es fundamental para su salud y el buen funcionamiento de su cerebro, tanto emocional como cognitivamente. El pescado azul, las nueces o el lino pueden contribuir de manera importante a que tu hijo aprenda mejor las matemáticas y no se comporte como un yo-yo.

Limitar el tiempo de TV. Hay más de una treintena de estudios científicos que demuestran los efectos perniciosos que tiene para la salud de los niños mirar la televisión durante largo tiempo. Entre ellos se incluyen cáncer, autismo o Alzheimer. La exposición prolongada a la TV reduce la melatonina, la hormona que regula el reloj interno y que proporciona un sueño reparador por la noche. Además, la melatonina desempeña un papel importante en el desarrollo del niño hacia la pubertad.

La falta de luz contribuye a agravar los síntomas de la ansiedad y la depresión. Con la llegada del invierno y especialmente en las zonas menos soleadas del norte se puede dar carencia de vitamina D3. Si los niños pueden jugar en el exterior y aprovechar los rayos del sol cuando sale resultará muy beneficioso para su humor y su descanso. Pero si no es posible, las lámparas de luz natural pueden ser un sustituto muy conveniente.

No sobrecargarle con obligaciones. Muchos niños tienen una agenda tan llena como la de los adultos, precisamente porque éstos tal vez no tienen tiempo para atenderlos. Conviene mantener en equilibrio el aprendizaje de responsabilidades y el tiempo libre si queremos que los hijos crezcan sin exceso de ansiedad.

Buenos amigos y entretenimientos, incluido el deporte ayudan a equilibrar la salud emocional y física de los niños. Si además los padres nos involucramos y compartimos con ellos tiempo activo de calidad, por ejemplo yendo a montar en bici, a nadar, a pasear por el campo, a ensamblar una maqueta…, el beneficio será mutuo y por duplicado.

Hablar y ensalzar al niño. La comunicación es clave para un niño que no se encuentra bien dentro de sí mismo. Animarle a que se exprese, hacerle sentir interés por su persona y ofrecerle halagos son importantes recompensas para un crío que no se quiere demasiado o está asustado por algo que ni siquiera puede razonar bien.

La música clásica tranquila y especialmente los adagios de Mozart pueden llegar a calmar con rapidez un entorno de niños sobreexcitados. Incluso los más pequeños suelen ponerse a cantar. Su utilización regular puede convertirse en una herramienta útil para mejorar el estado de ansiedad, no sólo de los chavales sino también de los estresados padres.

Hay técnicas de relajación que pueden ayudar. El propio chaval puede disponer de su CD para escuchar y relajarse mientras sigue las instrucciones de respiración envueltas en agradable música. Si lo practicamos con él al principio podemos hacerle coger el gusto a este que podría ser un nuevo hábito.

Existen diferentes hierbas y compuestos naturales especialmente preparados para niños que sufren de ansiedad. La flor de pasionaria es útil, pero lo mejor es consultar con un experto en el tema para lograr los mejores resultados cuando ya hayamos puesto en práctica las medidas que tal vez acaben de raíz con el problema.

En todo caso, la ansiedad es un sentimiento de temor que puede causar otros problemas si no se corrige. Por ello, ante la duda, no hay que descartar la ayuda profesional.

Imagen: NSWDCS

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